Grupo de autoayuda para quienes padecen ciertas molestias ante
comentarios Anti-K, o incluso descubren alguna tolerancia al peronismo.

Próxima Gran Cena de la MAK el jueves 8 de octubre de 2015


Preocupado por el peronismo creciente de Mauricio Macri, que nos aleja de la nueva política del diálogo, el consenso y el diálogo, nuestro Maestro de Luz Elbosnio, el Sri Sri Ravi Shankar del kirchnerismo de salón, dio curso a la Secretaría de Guateques, Cenas Show y Velorios (la ya legendaria SeGuCeShoVe, por sus siglas en inglés) liderada por Nagus el Magnífico para que organice la próxima Gran Cena de la MAK el jueves 8 de octubre, en honor a Santa Reparada (SIC), virgen y mártir cuya vida ejemplar lo iluminó en la suya.

La Gerencia de Invitados ilustres (la célebre GIL) invitó a un montón de figuras ilustres pero por ahora sólo confirmaron Nagus y nuestro Maestro Elbosnio.

El lugar es el habitual, el ya legendario Salón Dorado Horacito Rodríguez Larreta del Círculo Salvavidas, ubicado en Cabello 3958, barrio carenciado de Palermo, a las 20:00.

Como la inflación es un invento de los medios se seguirá pagando una entrada única de $60, lo que dará opción a empanadas frozen (y tal vez más de una), vino de ferretería y gaseosa tibia a granel.

Quienes dispongan de recursos a pesar de un fin de ciclo que es peor que el 2001, podrán negociar directamente con el Círculo Salvavidas el plato Súper De Luxe Primera Especial, como milanesa, pechuga, ensalada y demás manjares.

Por razones de seguridad nos vemos en la obligación de mantener el santo y seña: "¡Qué desmejorado que está Elbosnio!". El Fino Palacios en persona lo exigirá en la entrada.


Foto: En el Centro Recreativo Néstor Carlos Kirchner, el General (con anteojos y uniforme makista) enseña a nuevos reclutas el famoso pogo para amedrentar opositores.

Cortesía Fundación Led para el Desarrollo de la Fundación Led.
 

La conciencia moral de la sociedad





Columna publicada en Nueva Ciudad.


"Cualquier dirigente político con un mínimo de sensibilidad y honradez sabe que no alcanza con que sus actividades sean legales" 

Editorial de La Nación - 15 de septiembre de 2015




En una columna desbordante de voluntarismo, Joaquín Morales Solá denuncia “la sospecha y el descrédito” que generaría “el viejo sistema electoral”, anuncia que “la estrechísima diferencia que señalaría un triunfo en primera vuelta o la necesidad de una segunda ronda abrirían un período de alta conflictividad política y electoral” y exige que Niembro renuncie a su candidatura como diputado del PRO.

Es extraño que el “viejo sistema electoral” no haya generado la misma sospecha ni similar descrédito cuando De Narváez ganó las elecciones en la provincia de Buenos Aires contra Néstor Kirchner en 2009, o cuando en el 2013, Massa conoció un éxito similar. Es más, hasta el año pasado, cuando el propio Morales Solá descontaba una victoria opositora en las presidenciales, ese “viejo sistema electoral” lejos de ser cuestionado era, por el contrario, una legítima herramienta que nos permitiría terminar con años de odio y empezar a construir esa otra Argentina posible.

Pero lo más notable no es la construcción algo nerviosa de un fraude inminente sino la exigencia que un periodista le hace al líder de la oposición para que baje a uno de sus candidatos a diputado. Morales Solá explica que, si bien hasta ahora no hay pruebas de que haya habido alguna ilegalidad, “el problema es que no se trata sólo de la legalidad, sino también de la ética y la estética que requiere la política”.

Morales Solá no es el único soldado de la causa de la ética y la estética política: Lanata le pidió a Macri que "eche" a Niembro por la misma razón, González Oro trató de "hijos de puta" a sus contactos en el PRO por no querer darle una entrevista sobre esas contrataciones y el siempre mesurado Marcelo Longobardi pidió que "devuelvan la guita mientras se discute qué pasó con los 20 millones de pesos".

Debemos recordar un dato elemental que Morales Solá señala al pasar: las acusaciones contra Niembro se refieren a sospechas de corrupción, no a hechos probados. Comprendería que el jefe de campaña de Macri le recomiende apartar a Niembro por el costo que implicaría mantenerlo, y entiendo que los kirchneristas tomen el episodio como maná del cielo en medio de la campaña y se burlen con pasión de la Liga de la Decencia, la misma que suele tomar cada sospecha como verdad bíblica y cada denuncia como un hecho probado y que hoy pide esperar a que la Justicia se expida antes de llegar a alguna conclusión.

Lo que me asombra es este periodismo de púlpito que le exige al poder político que tome decisiones en base a denuncias, que se indigna, golpea sobre la mesa mirando a la cámara como si estuviera tomando el Palacio de Invierno o que, en el caso de Longobardi, propone un disparate irrealizable. ¿A quién le deberían devolver la plata?, ¿a Horacito Rodriguez Larreta, que la mantendría en custodia de la Metropolitana hasta que Longobardi no tenga más dudas?.

¿En qué momento el periodismo se transformó en la conciencia moral de la sociedad?

No creo que Natalio Botana, el mítico fundador del diario Crítica, o Jacobo Timerman, fundador de Primera Plana y La Opinión, creyeran que eran la conciencia moral de su época. Recuerdo sí a otros periodistas, como Llamas de Madariaga y Neustadt, que nos explicaban en plena Dictadura lo que era ético y lo que no, pero creo que el periodismo de púlpitoempezó en los 90 con el programa Día D de Lanata. En aquellos años ya parecían más graves las sospechas de corrupción de nuestros gobernantes que sus iniciativas políticas, y ya era normal que un periodista se enojara con un ministro o un senador, o que lo tratara de ladrón o corrupto, en base a una denuncia. En ese contexto, el periodismo de púlpito aseguraba que los conflictos no eran políticos sino morales y que alcanzaría con gobernantes probos para resolverlos.

Ese periodismo nacido en los 90 aún hoy parece situarse en un mundo celestial, lejos del charco de sospechas en el que viven nuestros políticos y sin conflictos de interés ni otro objetivo más que la búsqueda de la Verdad. Es por ello que deberíamos entonces pedirles a Morales Solá, Lanata, Oro, Longobardi e incluso al severo editorialista de La Nación citado al inicio de esta columna, que devuelvan toda la pauta pública- e incluso privada- que recibieron durante sus carreras profesionales mientras discutimos sobre la incidencia de esa pauta sobre sus líneas editoriales.

Apenas despejemos todas nuestras dudas, prometemos devolvérsela.

Foto: la Conciencia Moral de la Sociedad (CMS por sus siglas en inglés) reunida en plenario.
Gentileza Fundación LED para el Desarrollo de la Fundación LED y Gerencia de Diseño de Nueva Ciudad.

 

Una solución al clientelismo: la anexión de Tucumán desde la CABA.


Luego de leer el artículo de Mario Wainfeld referido al fallo de la Cámara a Favor del Voto de Calidad de Tucumán, nos quedamos algo preocupados. En efecto, como señala el Tío Mario, si hoy hay clientelismo en Tucumán y ese clientelismo condiciona al elector al punto de impedir que las elecciones sean limpias, en las próximas elecciones ocurrirá lo mismo ya que no es un flagelo que se pueda erradicar así como así.

Es por eso que desde la MAK proponemos una solución radical pero eficaz: la anexión de Tucumán desde la CABA. El territorio de la provincia sería administrado por Horacito Rodriguez Larreta y sus habitantes contarían con todos los derechos, salvo el de elegir gobernador e incluso presidente. Serán un poco como los kelpers antes de la Guerra de las Malvinas o los habitantes del extinto Indostán Británico. 

En un primer momento eso garantizaría la calidad del voto y a mediano plazo incentivaría a los tucumanos a dejar atrás un pasado de clientelismo, prebenda y bolsones.

Periódicamente, digamos cada 5 o 6 años, se llevarán a cabo encuestas con consultoras de primera línea que en un ámbito de Transparency y Open Coso determinarán el grado de clientelismo de la población a partir del coeficiente de Aguinis. Dicho coeficiente es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta república (todos piensan como Aguinis) y el valor 1 se corresponde con el horror absoluto (todos piensan como peronistas).

Interesada por nuestra idea, la Fundación Pensar propuso un sistema más simple, el envío de un Gobernador General o un Virrey, que incluso podría ser Fernando Niembro, desempleado reciente por razones de público conocimiento. Algunos miembros de la Fundación bromearon incluso con el mote "Virrey Fernando".

Llevados por un comprensible entusiasmo, desde la misma Fundación propusieron ampliar la anexión a otras provincias de votos de similar baja calidad, para retomar la acertada expresión del célebre senador porteño atormentado por la megaminería, como Chaco o Salta.

Más allá de algunos detalles legales que se deben estudiar, creemos que sería un paso importante hacia esa otra Argentina posible.

Foto: propuesta de traje para el Gobernador General del Chaco, propuesto por Cambiemos Chaco (cortesía Fundación LED para el Desarrollo de la Fundación LED).
 

Un domingo en Copacabana


Columna publicada en Nueva Ciudad.

“Había soñado en un ratito la última pesadilla de tres años y recordaba la otra, la anterior y espantosa,
que empezó en el 43 y concluyó en el 55. Qué país raro, capaz de producir siete millones de demonios.”

Adolfo Bioy Casares / Descanso de caminantes / 1976




Habíamos llegado a Río de Janeiro el día anterior y decidimos ir a caminar por la playa. Justo antes de llegar a Copacabana, empezamos a ver gente vestida con la camiseta de la selección brasileña. Al ver las primeras vinchas y remeras con la inscripción “Fora Dilma” comprendimos que estábamos en medio de una de las marchas opositoras convocadas para ese día. Recordé de golpe mi suerte para la ubicuidad, como aquella vez que, ingenuamente, fui a ver una exposición en la Fundación Proa un domingo de superclásico en la Bombonera.

Desde un gran camión abierto, como los que se usan en las comparsas de carnaval, un locutor lanzaba consignas y cantaba. Había imágenes de Dilma y Lula en traje a rayas, el logo del PT (Partido dos Trabalhadores) tachado y una mención que en ese momento no entendimos: #JeSuisMoro. Luego supimos que hacían referencia a Sérgio Moro, juez que lidera una gran investigación federal sobre lavado de dinero, con supuesta participación de empresarios y políticos, incluyendo gerentes de Petrobras y otras empresas públicas.

La arenga comparaba al PT con una cueva de ladrones, llamaba a sacar a Dilma del poder a través del famoso Impeachment, y elogiaba al juez Moro, cuya mención era vivada por los manifestantes. No había referencias a los candidatos opositores, ni siquiera a Marina Silva, la candidata que un año atrás y según los medios, podía ganarle a Dilma en primera vuelta y no llegó a la segunda.

Había muchas familias en la marcha, algunas de ellas en bicicleta. Asombrosamente para una ciudad con casi la mitad de la población negra o mulata, entre los participantes sólo vimos blancos.

Como ocurre con los indignados argentinos, los manifestantes de Copacabana estaban más seguros de sus odios que de sus entusiasmos. Exigían que Dilma se fuera, aunque no estuviera claro quién la reemplazaría. Como acá, forman parte de las clases más acomodadas y denuncian un país saqueado por la corrupción populista, aunque su desprecio incluya en el fondo a toda la clase política, condenada a mentir para ganar votos. Por eso no es fortuito que la salvación esté en manos de quienes justamente no se presentan a elecciones: jueces, fiscales o periodistas. Las denuncias nunca son políticas sino morales e, incluso, clínicas.

Hace un par de semanas, un amigo chileno me contó que Bachelet está deprimida y que, al parecer, sería alcohólica. Otro me explicó que está simplemente loca. Una serie de escándalos de corrupción también jaquea a la presidenta de Chile, incluyendo un negocio inmobiliario llevado adelante por su hijo.

A menos que pensemos que las clases más acomodadas de nuestros países se han transformado en calvinistas alérgicas a la corrupción- e incluso a las sospechas de corrupción- o que antes de esta ola populista en la región, las corporaciones y los gobiernos estaban conformados por monjes trapenses, creo que deberíamos buscar el origen de estas indignaciones ciudadanas por otro lado.

En la década del detestado PT, casi 30 millones de brasileños ascendieron a la clase media, la pobreza disminuyó a la mitad, y mientras el ingreso del 10% más pobre de la población casi se duplicó, el del10% más rico sólo aumentó un 16%. Por su parte, apenas decidió llevar adelante las reformas educativa, fiscal y electoral que sus predecesores, incluyendo a ella misma, no se animaron a hacer, Bachelet dejó de ser una política seria y se volvió loca como CFK, borracha como Lula y corrupta como ambos.

El recurso no difiere mucho de lo que conocemos en Argentina: transformar un conflicto político en uno moral. Si la lucha es entre el Bien y el Mal, como la pesadilla peronista que atormentaba a Bioy, no hay votos que cuenten ni políticos que puedan resolverla, solo hay héroes circunstanciales, como el juez Moro o el fiscal Campagnoli.

Dejar afuera la política para frenar políticas, una estrategia que llena las calles pero vacía las urnas.



Foto: Voluntarios de la Liga Patriótica contra la Dictadura de los Votos se aprestan a defender los verdaderos valores mancillados por nefastos objetivos electoralistas, partidarios e incluso políticos (cortesía Fundación LED para el Desarrollo de la Fundación LED).